LICENCIADO
JORGE LUIS DONAYRE HOEFKEN
Especialista en Gestión y Manejo de
Residuos Sólidos y Conservación del Medioambiente
Frecuentemente se lee en Internet un
nuevo abordaje al tema de cómo la gastronomía y la enología deben prestar más
atención al impacto que tienen estas actividades en la ecología de un país,
región o del mundo en sí mismo.
Son reflexiones que llegan por
distintos caminos, pero que a todos los que nos involucramos en estos temas,
naturalmente agradables, nos tienen que llevar también a difundir las reflexiones
que se vienen haciendo para que la conciencia ecológica no esté ausente de las
inquietudes de los grandes cocineros, o de los bodegueros de todo el mundo.
Las botellas pesadas es uno de los temas que tiene que ver, en
general, con un enfoque ecológico del tema del packaging.
El packaging, el envoltorio, la presentación de un producto es ese diseño que
tiene que hacer que nuestras miradas se sientan atraídas por un producto, y que
luego el cerebro envíe las señales apropiadas para que nuestras manos concreten
el deseo de que ese producto pase a nuestra carretilla de compras del
supermercado.
La botella pesada, que muchas
bodegas locales adoptaron a contramano de la tendencia europea que se orienta a
reducir el peso de las botellas de sus productos, es un intento de persuadir a
un consumidor sobre la mejor calidad de un vino a partir de que la botella que
lo contiene tiene inútiles gramos de vidrio de más. Y vuelvo a repetir las
reflexiones del sabio bodeguero Ricardo Santos: "la primera botella se
compra a partir de una linda etiqueta, una botella bien vestida, etc. La
segunda se compra por lo que la primera tenía adentro...".
Los amigos del Comité
Interprofessional du Vin de Champagne, por boca de su miembro Philippe Wibrotte
dice que la industria trabaja de manera silenciosa para dar pasos conducentes a
reducir parte de las 200 mil toneladas cúbicas de dióxido de carbono que genera
anualmente de distintas maneras.
Uno de los caminos comienza por
reducir el peso de sus tradicionales botellas, que arrastran un peso de 900
gramos desde que se logró una suerte de standard allá por los años ´70. Las
botellas que están comenzando a salir al mercado lucen 65 gramos menos de peso,
y la lucha por el rediseño que absorba esta menor cantidad de vidrio recién
está comenzando.
Un tema que, como se suele decir en
nuestro idioma: no es cuestión de soplar y hacer botellas. Una botella de
champagne tiene una presión que triplica a la que lleva un neumático de
automóvil.
Brian Howard mentor de la
organización WineIntelligence dice que la industria se deberá adaptar para
seguir exportando a mercados como los de Canadá, Inglaterra o los Estados
Unidos. Y en esa adaptación los consumidores no son indiferentes: "Debemos
comprender cuáles son las necesidades de los nuevos consumidores e
involucrarlos en el vino. De esta manera, debemos saber cuáles son los mejores
envases".
Como ya comentáramos oportunamente,
esto ha llevado a nuestro país a envasar vino en la "bag in box" para
atender los mercados europeos que privilegian la practicidad de este envase,
que además ha demostrado un mejor comportamiento en la conservación del vino
una vez que comienza a ser consumido. Es como si estuviéramos viendo la segunda
parte de una película, que comenzó con la tapa a rosca y el corcho de plástico.
Cuando ya pensábamos que éramos
pocos, la Universidad de Alcalá se convierte en una de las impulsoras en
ponernos a examinar el tema de los litros de agua que hay detrás de los productos
alimenticios que forman parte de nuestra dieta cotidiana. Y nos dicen:
"usted de una forma u otra come cada día un equivalente de 2000 a 5000
litros de agua...". Y ya comenzamos a pensar que nos van a terminar
volviendo locos. ¿De dónde salen estos números? ¿No será otro delirio
científico de moda?
Entonces los científicos vienen y
nos explican que para producir un kilo de trigo, el agua que se consume en todo
el proceso ronda los ¡1000 litros! De donde que, si un país importa trigo, esto
es lo que importa de "agua virtual" (otro concepto científico
novedoso) ahorrando la del propio territorio. Luego nos informan que en los
últimos años, el trigo representó el 30% del volumen total del comercio de agua
virtual dentro del sector agrícola entre los países, seguido por la soya (17%)
y el arroz (15%).
Si la cuestión pasa porque el mundo
vegetal utiliza mucha agua, nos pasamos todos al consumo de carne y ya está.
Pero la cosa no es sencilla. Para que uno se coma una hamburguesa deliciosa
hubo que aplicar 2400 litros de agua en su producción.
Entonces, si pienso: "me voy a
tomar un cafecito para reflexionar sobre este asunto". Bien, esa taza que
está sobre mi mesa, insumió 140 litros de agua. Me miro la punta de los
zapatos, distraídamente, y aparecen los ecologistas y me dicen: "tu par de
zapatos de cuero consumió 8000 litros de agua para llegar a tus pies".
Comienzo a sentir que mi camiseta de algodón se moja con mi transpiración de
nervios al ir tomando conciencia de esto, y mi angelito ecológico me susurra al
oído: "¿camiseta de talla mediana? 4100 litros".
¿Vaso de jugo de manzana? 185
litros. Y así sigue este baile enloquecedor de litros de agua. Y termina
concluyendo que si se come un tomate solo se habrán invertido 13 litros en producirlo.
¿Y si me tomo un vaso con leche? 200 litros. ¿Y un vaso de jugo de naranja? 170
litros. ¿Papas fritas? 185 litros por porción. ¿Y si me como un huevo frito?
135 litros.
Como conclusión, puedo añadir que todo tiene que
ver con todo, también los buenos consumidores de comida tenemos que ponernos
serios con los temas que tienen que ver con el cuidado de la ecología. En el
fondo no es otra cosa que cuidar la calidad de vida, a la que somos afectos.
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