- La transición mundial de los combustibles fósiles a las
energías renovables ya está en marcha, pero los expertos se preguntan si
concluirá a tiempo para impedir que el calentamiento del planeta tenga
consecuencias catastróficas.
El libro The
Great Transition (La gran transición)
publicado este mes por el Earth Policy Institute, una organización sin fines de
lucro con sede en Washington, concluye que el descenso de 75 por ciento en el
precio de los paneles de energía solar fotovoltaica entre 2009 y 2014, a menos
de 70 centavos de dólar por vatio, contribuyó con el crecimiento mundial de la
industria, del 50 por ciento anual.
La capacidad de la energía eólica creció más de 20
por ciento anual durante la última década, y ahora suma 369.000 megavatios en
todo el mundo, suficiente para abastecer a más de 90 millones de viviendas.
En China, la generación de electricidad obtenida con
los parques eólicos ya supera la de las plantas nucleares, mientras que el uso
del carbón parecería estar tocando techo.
“Los parques eólicos y los sistemas fotovoltaicos
solares probablemente seguirán siendo la base del crecimiento de las energías
renovables”, vaticinó Matthew Roney, coautor del libro de Earth Policy
Institute. “Ya están bien establecidos, los costos siguen bajando, y sus
‘combustibles’ están muy extendidas y son abundantes”, agregó, en diálogo con
IPS.
Con iniciativas internacionales como la Energía Sostenible para Todos, del secretario general de la
Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y nuevos objetivos de
desarrollo en el horizonte, los donantes y las autoridades políticas procuran
expandir el alcance de estas tecnologías limpias.
“Una de las ventajas de la energía solar es que no
solo es cada vez más competitiva con el costo promedio de la electricidad en
todo el mundo, sino que tiene sentido económico para muchos de los 1.300
millones de personas que aún no tienen acceso a la electricidad”, sostuvo
Roney.
El libro también señala que 70 países cuentan con
tarifas de alimentación, un mecanismo destinado a acelerar la inversión en
tecnologías de energía renovable que ofrece contratos a largo plazo a los
productores.
Veinticuatro países tienen normas relativas a la
cartera de energías renovables, 37 ofrecen créditos fiscales a la inversión o
la producción de estas tecnologías, y 40 más están por implementar la fijación
de precios al carbono.
La dependencia del carbón cayó 21 por ciento en
Estados Unidos entre 2007 y 2014, y más de un tercio de las centrales de carbón
del país cerraron o están en vías de cerrar.
Pero de acuerdo con Greenpeace y otras organizaciones
ecologistas, la industria se aferra a la vida proponiendo el mecanismo de
‘captura y retención del carbono’ (CRC), por el cual se capturan los residuos
de dióxido de carbono (CO2) de las centrales térmicas, entre otras grandes
fuentes de emisión, y se trasladan a lugares de almacenamiento.
Greenpeace denominó a este mecanismo la “estafa de
captura de carbono”.
La administración de Barack Obama en Estados Unidos
defiende al CRC como parte de su estrategia energética, señala la organización
en un análisis publicado este mes, pero las propias proyecciones del
gobierno indican que costaría casi 40 por ciento más por kilogramo de dióxido
de carbono evitado que la energía solar fotovoltaica, 125 por ciento más que la
eólica y 260 por ciento más que la geotérmica.
Los políticos, “si son sinceros, deben concordar con
que la promoción de las energías renovables es la estrategia de una campaña
ganadora”, comentó Kyle Ash, de Greenpeace.
“¿En verdad les preocupan los puestos de trabajo? ¿En
verdad les preocupa la competitividad estadounidense y la independencia energética?”,
cuestionó.
“Al presidente y al Congreso no les faltan razones
para reconocer que las energías renovables son el único camino a seguir cuando
se trata de la producción energética. Si en verdad quieren mantener sus propios
empleos, nuestros dirigentes electos verán en poco tiempo que los vínculos con
el carbón, el petróleo y el gas serán un obstáculo político serio”, advirtió.
La norma que la Agencia
de Protección Ambiental de Estados Unidos propone para regular el carbono exige que las nuevas plantas
de carbón capturen el CO2, y hace hincapié en que este se emplee para aumentar
la extracción petrolera. Las plataformas petroleras bombearán el dióxido de
carbono a la tierra para que el petróleo se expanda y suba por el pozo.
Greenpeace afirma que, en lugar de almacenarse, el
CO2 vuelve con el petróleo que se extrae del pozo. Toda gran planta de energía
en Estados Unidos tiene planes de vender el carbono desechado a la industria
petrolera.
“No solo tenemos las estadísticas, la tecnología y la
ciencia climática de nuestro lado, tenemos un creciente cuerpo político que se
opone al fracking (fractura hidráulica), las arenas bituminosas, las
exportaciones de carbón, y otras vías por las cuales la industria arcaica
intenta aferrarse”, expresó Ash.
“El CRC es realmente el último estertor de hacerle el
juego político al carbón, una industria muy conocida por su horrorosa actitud
hacia los trabajadores y… el medio ambiente”, añadió.
Las organizaciones ambientalistas, incluida
Greenpeace, elogiaron al gobierno de Obama porque, al menos, reconoció el
problema. “Hoy en día, no hay mayor amenaza para nuestro planeta que el cambio
climático”, declaró el presidente estadounidense en un video grabado para este
miércoles, cuando se conmemora el Día de la Tierra.
La pregunta del millón, para la mayoría de los
científicos, es si la transición a las energías renovables llegará a tiempo
para limitar el calentamiento a los dos grados Celsius para 2020. De superarse
los dos grados, las consecuencias podrían ser catastróficas.
“Aunque la adopción de las energías renovables en
todo el mundo avanza en el rumbo adecuado, más rápidamente de lo que prácticamente
nadie preveía hace cinco años, la carrera no ha terminado en lo absoluto todavía”,
manifestó Roney.
“Reducir el uso del petróleo mediante la electrificación
del sector del transporte es clave, pero la adopción de vehículos eléctricos
todavía no avanza con la rapidez suficiente para tener un gran impacto”,
recordó.
El costo de las baterías, un componente importante
del precio de los vehículos eléctricos, se reducirá a la mitad para 2020, según
el banco de inversión UBS, lo que hará que los automóviles eléctricos sean
totalmente competitivos con los convencionales.
“Entonces, la decisión de comprar un vehículo
eléctrico o uno que funcione con gasolina será una obviedad, ya que se
ahorrarán hasta 2.400 dólares anuales previstos en gasolina. En términos más
generales, la fijación de precios del carbono probablemente sea la forma más eficaz
para acelerar el cambio con la rapidez necesaria para mantener al cambio
climático” bajo control, dijo Roney.
Editado por Kanya D’Almeida /
Traducido por Álvaro Queiruga
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