Avergonzados se deben estar sintiendo los miembros de una de las familias más emblemáticas de la clase alta chilena.
De bajo perfil, conservadores, católicos y de apariencia intachable, los Matte son lo que más se acerca a una aristocracia en Chile. También son old money, como corresponde. Los tres hermanos Matte Larraín -Patricia (72), Eliodoro (70) y Bernardo (60)- tienen una fortuna de US$ 2.600 millones cada uno según el ranking de billonarios de la revista Forbes en su edición 2015. Eso los pone empatados en tercer lugar entre las personas más ricas de Chile, en el puesto 26 en América Latina y en el número 663 en el mundo. Controlan empresas en el sector forestal, construcción, generación de energía, telecomunicaciones, banca y servicios portuarios.
Su empresa estandarte es la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), conocida como La Papelera, una de las mayores productoras de celulosa y papel de América Latina. Tiene el 75% del mercado de papel tissue en Chile, el 80% de ese mercado en Uruguay, el 56% en Perú y el 43% en Argentina. Tajadas menores tiene en Ecuador, Colombia, Brasil y México. El año pasado, la Papelera tuvo ventas por casi US$ 5.000 millones y utilidades por cerca de US$ 140 millones.
Y hace unos días, la fiscalía antimonopolios chilena puso en manos de la justicia el resultado de una investigación que revela que la Papelera y la segunda mayor empresa productora de papel que opera en Chile -SCA, hoy propiedad de la sueca Svenska Cellulosa AB-, estuvieron coludidas desde 2000 a 2011, subiendo los precios del papel higiénico y otros productos de papel tissue, como servilletas y toallas de papel. Esa acción ilegal dio a las empresas coludidas, se estima, una utilidad adicional combinada de US$46 millones al año durante 11 años.
En total, entonces, según esas estimaciones, el delito de la Papelera y SCA les habría generado una ganancia acumulada de US$500 millones. Y la sanción que pidió la fiscalía antimonopolios a los tribunales fue una multa de US$15,5 millones para SCA. La Papelera no será multada porque admitió su conducta anticompetitiva hace varios meses y colaboró con la investigación.
Los chilenos han reaccionado con justificada indignación. No sólo por el hecho en sí -robarle unos pesos a todos ellos cada vez que compraban papel higiénico- sino porque es el más reciente de una hilera de escándalos de corrupción, sobornos y conductas anticompetitivas que involucran a empresas, políticos y funcionarios de gobierno y que parece no terminar nunca.
El problema de fondo es que, tras casi 30 años de sostenida política económica liberal, Chile se ha convertido en el país más rico de América Latina. Eso es problema cuando la mayor parte de esa riqueza ha ido a parar a manos de los más ricos, los grandes empresarios. Cada vez que pueden, ellos cantan loas a la libre empresa, a la libre competencia y al libre mercado. Pero, como muestra una vez más este caso de la Papelera, muchos de los mismos empresarios que en público elogian la libre competencia y las bondades del mercado, en privado se coluden con sus competidores en vez de competir con ellos y manipulan los precios en vez de confiar en las leyes del mercado.
La tentación de ganar dinero en forma indebida a costa de los demás no es prerrogativa empresarial, pero los grandes empresarios pueden hacerlo con mayor facilidad, con mayor impunidad y por mayores cantidades de dinero. Y si los culpables son ejecutivos de la Papelera que engañaron a sus dueños, como dijo Eliodoro Matte, los responsables siguen siendo él, sus hermanos y otros grandes accionistas de la Papelera por haber contratado a delincuentes y por haberse supuestamente dejado engañar por ellos durante más de una década.
La opinión pública pide cárcel para los responsables en la Papelera, pero eso no será posible porque la legislación actual sólo contempla multas para este tipo de delitos. La situación va a mejorar con un nuevo proyecto de ley que se presentó a trámite legislativo y que impone penas de cárcel y multas más grandes para la colusión y otros delitos económicos. Pero los responsables no recibirán castigo alguno aparte de la multa de US$15 millones que se ha pedido para SCA, la segunda empresa coludida.
El gobierno ha pedido que la Papelera y SCA acuerden un plan de compensación para los consumidores, pero sus quejas no han sido enérgicas porque muchos de sus funcionarios o sus familias tienen tejado de vidrio, empezando por el hijo de la presidenta Michelle Bachelet. El gobierno debe ser más enérgico, si no en las declaraciones, en la acción. Una cosa que debe hacer es impulsar penas de cárcel, además de multas en dinero que como mínimo superen la cantidad indebidamente obtenida, para estos delitos. Otra cosa que debe hacer es dar más presupuesto y más atribuciones a la fiscalía antimonopolios y otros organismos contralores de la actividad económica y empresaria.
Pensando que tanto la Papelera como SCA ganaron un estimado de US$500 millones a costa de todos los chilenos, y que la legislación actual no permite castigo más allá de la multa de US$15 millones para la segunda empresa, tanto el gobierno como la opinión pública debieran presionar a ambas compañías para que compensen a los chilenos en un monto al menos equivalente a los US$500 millones que obtuvieron indebidamente. La Papelera debiera abrirse a esta posibilidad, e incluso más, le convendría tomar la iniciativa.
Y hay indicios de que la Papelera podría enfrentar problemas similares en otros países donde vende papel tissue. Según versiones de prensa, la autoridad fiscalizadora peruana está también investigando a la Papelera por colusión de precios en Perú, donde controla el 56% del mercado. También habría una investigación en Colombia y, al cierre de esta edición, se decidía si abrir una investigación en Uruguay, país donde la compañía controla el 80% del mercado.
A Eliodoro Matte, no le ha quedado otra que dar la cara ante el escándalo. En larga entrevista con el conservador diario El Mercurio, pidió perdón a los empresarios, a la opinión pública y a los consumidores por lo que les ha hecho la Papelera. Pero aprovechó de dejar bien en claro que él no sabía nada de la colusión, que ninguno de los accionistas de la Papelera sabía nada, que el directorio había sido engañado y que la culpa la tenía un grupo de ejecutivos que fueron despedidos hace unos meses, cuando el directorio se enteró de la situación y empezó a colaborar con la investigación.
Aunque sea cierto lo que dijo Matte, no es el momento de apuntar con el dedo en otra dirección. Debería darle verguenza.
Redaccion América Economía
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