Por: Ana María Dueñas
Vara
Desde niños, a muchos de
nosotros nos han narrado cuentos para poder dormir plácidamente y eran en esas
narraciones donde nuestra mente creaba mundos mágicos, donde existían
princesas, criaturas mágicas y los tan ansiados finales felices. Era sin duda,
una conexión entre nuestro subconsciente y la realidad para establecer una
relación con los personajes de las historias que se nos narraban,
permitiéndonos más adelante formar un estilo de personalidad o forjar un
carácter basado en valores de justicia, lealtad, empatía, entre otros.
Con este grato recuerdo,
la Real Academia Española define cuento como “Breve narración de sucesos
ficticios y de carácter sencillo, con fines morales o recreativos” .
Durante muchos años, los
cuentos han sido un medio básico de los seres humanos para comunicar sus
experiencias. El inventar historias para poder comprender o explicar ciertas
cosas que van más allá de nuestro entendimiento.
Según James Hillman
(1979), famoso psicólogo arquetipal, el
haber estado en contacto con narraciones desde la niñez temprana capacita a la
persona para dar sentido y orientación a los sucesos de su vida cotidiana,
dentro de una trama con una orientación significativa dentro de un horizonte de
significado.
Haciendo una conexión de
lo mencionado con los objetivos del milenio de la ONU; quizás se podría
precisar que si desde pequeños inculcamos el hábito de la lectura, podríamos
coadyuvar al cumplimiento y valoración de varios objetivos como: a) Lograr la
enseñanza primaria universal, que de acuerdo a datos del PNUD –Perú, la
cobertura de la educación primaria es buena (en todos los departamentos la tasa
neta de matrícula es superior al 90%); b) Garantizar la sostenibilidad del
medioambiente, donde el Perú está incluido entre los países más vulnerables
frente al cambio climático (Tyndall Center, 2004).Por lo que , lograr el
balance entre el desarrollo del país y una gestión ambiental exitosa, es un
gran desafío. c) Erradicar la pobreza y el hambre, en el 2010 se dio una mejora
en el ingreso per cápita mensual (sobre todo en la población ubicada en los
niveles más bajos de ingresos).
Entonces, ¿cómo lograr el
cumplimiento de estos objetivos, sólo en base a narrar cuentos a los niños
pequeños? Es aquí, donde le presento un nuevo enfoque de la narrativa, con una
misión de crear conciencia ambiental, llamada narrativa ecológica; donde
podríamos dejar de lado a la clásica princesa salvada por el príncipe azul por
la nueva princesa que junto al príncipe hacen reciclaje y logran salvar al
reino de la bruja malvada o del mago malvado que contaminan con basura y así el
reino florece y se vuelve totalmente verde, por citar un ejemplo.
Pero usted, aún dirá con
una narrativa así se podría lograr cumplir los objetivos citados? pues yo le
podría decir que si, como todo es causa efecto; si logramos inculcar este tipo
de lectura, lograremos futuros ciudadanos con conciencia ambiental para lograr
la sostenibilidad del medioambiente; sin dejar de considerar que se lograría la
enseñanza primaria universal dado que está comprobado que los niños a quienes
se les ha leído en la edad preescolar, llegan a la escuela con una información
previa y con cierta información del lenguaje escrito, que hace que el proceso
de leer y de escribir sea más fácil y la tasa de ausentismo a clases sean
mínimas y tendrían, sin duda alguna, mayor conocimiento y con valores que nos permitirán tener futuros
ciudadanos con un una visión de crecimiento constante con la finalidad de
eliminar la pobreza.
Hay que precisar que unos
de los propósitos del Diseño Curricular Nacional de Educación Básica Regular
Básica de nuestro país, es la
comprensión del medio natural y su diversidad, así como desarrollo de una
conciencia ambiental orientada a la gestión de riesgos y el uso racional de los
recursos naturales, en el marco de una moderna ciudadanía. Por lo tanto, mi
respuesta, se resume en lo que precisa el proverbio árabe “Libros, caminos y
días dan al hombre sabiduría”.
Egresada en derecho de la
Universidad San Ignacio de Loyola
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