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viernes, 23 de octubre de 2015

El CEO Francisco: ¿conseguirá cambiar de dirección y renovar la marca?





El papa se parece mucho a un consejero delegado. “Nominalmente, al menos, él es el consejero delegado de lo que es probablemente la empresa, entidad y organización más grande y de mayor éxito que la humanidad haya conocido a lo largo de la historia”, dice John Kimberly, profesor de Gestión de Wharton. La Iglesia Católica también es “de muchas maneras la organización más rica del mundo”. Sin embargo, dado que la Iglesia como institución lleva funcionando alrededor de dos mil años, cuando un nuevo “consejero delegado” como el papa Francisco decide cambiar de dirección, se enfrenta a una inercia inevitable, tradiciones desgastadas y la oposición interna directa. ¿Qué hacer para que las personas que se resisten al cambio participen en el debate? ¿Cómo puede el nuevo papa atraer nuevos grupos -y generaciones- sin alienar a un “público de importancia histórica?” Para cualquier líder que está abriendo nuevos caminos, Kimberly dice que hay una pregunta fundamental: “¿En qué medida es posible cambiar y seguir igual?” En esta entrevista con Knowledge @ Wharton, transmitida antes en Wharton Business Radio, canal SiriusXM 111, Kimberly analiza estos desafíos. También es co-autor del libro “El alma de una empresa: la forma de gestionar la identidad de su empresa“.
A continuación, una versión editada de la entrevista
-Con la llegada del papa Francisco a EE.UU., muchas personas destacaron el cambio que él está tratando de establecer dentro de la Iglesia Católica. El hecho es que está hablando sobre el cambio climático, criticando a la iglesia en aquellos puntos que considera necesario, está pensando incluso en cambiar su posición sobre el divorcio. Este es un cambio fantástico para la Iglesia Católica. Sin embargo, también es un cambio de una dimensión tal que muchas empresas no se aventurarían a enfrentar.
Esto es fascinante porque estamos hablando de una Iglesia que ha sido objeto de muchas noticias negativas en los últimos años. Y sin embargo, tenemos un papa que está tratando de cambiar las cosas y venir a EEUU por primera vez en muchos años. Es un momento muy importante para la Iglesia Católica.
-Concuerdo plenamente. Antes de comenzar, me gustaría hacer una aclaración y una advertencia. Me gustaría aclarar que mi profesión me lleva a preocuparme por el cambio en los negocios y la innovación. Eso es lo que hace que me levante por la mañana y me mantiene activo durante todo el día. Esta es posiblemente la razón por la que estamos aquí hablando de la Iglesia Católica.
Por otra parte -y esta es la advertencia- quiero dejar claro que no soy católico. Yo no soy un teólogo, así que no pretendo tener alguna idea o conocimiento profundo en el área de las escrituras, los pronunciamientos eclesiásticos, etc. Lo que me propongo sacar a relucir es un punto de vista sobre el cambio y la innovación. Y como usted ha dicho, lo que está sucediendo hoy en día en la Iglesia Católica. Un evento de proporciones sísmicas.
-Bajo varios puntos de vista, el papa es un consejero delegado de una inmensa empresa global.
-Nominalmente, al menos, es el consejero delegado de la que es probablemente la empresa, entidad y organización más grande y de mayor éxito que la humanidad haya conocido a lo largo de la historia. La Iglesia Católica ha existido durante cientos de años. En muchos sentidos, es la organización más rica del mundo. El número de personas cuyas vidas se ven tocadas por las obras de la Iglesia de una forma u otra es enorme. Así que, sí, el papa se sienta en la parte superior, en el vértice de una organización que, en general, hasta ahora, es la más exitosa de la historia.
-Su libro habla de cómo proteger la identidad de marca y también sobre cómo construir marcas, el discurso del papa es un intento de reconstruir una marca [ … ] que ha sido golpeada y en la que muchos católicos han perdido [ … ] la confianza que tenían.
-Bueno, esa es una pregunta interesante, es decir, tratar de entender exactamente lo que el papa está tratando de hacer. ¿Él está tratando de reconstruir una marca? Si es así, ¿de qué manera se puede hacer? Creo que está ante varios desafíos relacionados, por un lado, con la marca, pero por otro lado, también están relacionados con lo que está debajo de ella: es decir, las acciones específicas que la Iglesia está poniendo en práctica y los tipos de prioridades estratégicas que ella se pone a sí misma en un intento de cambiar su posición.
En el lenguaje de marketing, la Iglesia se enfrenta, entre otras cosas, a la necesidad de reposicionarse en las mentes de las personas -los consumidores- por así decirlo. Uno de los mayores desafíos del papa es pensar cómo hacerlo, y obviamente ha reflexionado mucho al respecto. ¿Cómo puedo cambiar una organización que ha existido durante tanto tiempo y que transformó la vida de tanta gente? ¿Cómo infundir en ella una nueva energía, reposicionarla, llevarla de nuevo a donde estaba, digamos, hace 30, 40, 50 años antes de ser golpeada por tantos problemas?
-En la comparación que hizo entre el papa y el consejero delegado, ¿él también tiene que responder ante un consejo de administración?
-Creo que probablemente tiene que responder a un poder superior, pero que probablemente no es un consejo de administración. Sin embargo, hay un poder superior ante el que creo que se siente muy responsable. Cuando analizamos algunas de las declaraciones realizadas por el papa, creo que está muy claro el hecho de que él está tratando de reorientar las prioridades de la Iglesia para hacer más clara -y posiblemente redefinir- la conexión entre él, la gente de la Iglesia y este poder superior.
-Parece que también está tratando de llevar a la Iglesia Católica, en cierto modo, hasta el siglo XXI [ … ] Hay una larga tradición [ … ] pero ahora la Iglesia tiene a su disposición los medios de comunicación social. Tener un papa que utiliza Twitter [ … ] es una cosa muy moderna, y él está tratando de llegar a un público diferente.
-Quiere conquistar a un público diferente, pero es un desafío interesante porque [ … ] también tiene que estar seguro de que no pierde a otro público de importancia histórica. Una forma de pensar en ello -o al menos la forma en que yo pienso- y eso vale para cualquier organización que se encuentra en un entorno que ha cambiado y está tratando de entender cómo seguir en el partido de una manera que valga la pena, es saber lo siguiente: ¿cuánto se puede cambiar y sin embargo seguir siendo lo mismo?
En pocas palabras, éste es parte del reto al que el papa se enfrenta actualmente. Utilizar Twitter es una especie de micro ejemplo. Sin embargo, ¿cuántos de estos cambios, y otros más grandes se pueden introducir en la Iglesia y que todavía se pueda reconocer como tal? Este es un gran reto. El cambio climático es otra cuestión planteada por él. Es un tema que le gustaría que recibiera mayor atención del que recibe actualmente.
Hay algunos temas abordados por él que, en cierto modo, son externos a la Iglesia, pero que están vinculados con el tipo de filosofía que Francisco está tratando de articular para ella. El cambio climático es sin duda uno de esos temas. Hay otras áreas a las que está atento, las áreas que tienen que ver con la gestión interna de la institución, como, por ejemplo, los cambios que están haciendo algunas diócesis de todo el mundo.
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-El papa también está considerando la posibilidad de cambiar la forma en que se gestionan las finanzas de la iglesia internamente. Sabemos que hay una gran controversia al respecto. Sin embargo, Francisco parece dispuesto no sólo a aceptar el reto de poner en orden las finanzas de la casa, también lo ha hecho con mucho entusiasmo. Ese fue el resultado, por ejemplo, en la gran polémica que se produjo cuando se informó de que un obispo en Alemania había gastado millones en la reforma de la Casa Episcopal de Leipzig, y la forma en que el asunto fue manejado. En cierto modo, esto es bastante consistente, creo, con el mensaje de vida modesta que el papa está tratando de enviar y, en ocasiones, denunciar al despreciar la riqueza y la codicia y así sucesivamente. Así que son muchos mensajes diferentes en muchos niveles diferentes los que se están tratando de transmitir, tanto a nivel interno dentro del Vaticano -y la Iglesia en general- y externamente, como en el caso del cambio climático en todo el mundo.
Así que cuando se piensa en este programa -que son muchos- estamos hablando de numerosas cuestiones [ … ] ¿Cómo un consejero delegado lidiaría con ellos? No son pocos los que han tenido que hacer frente a un cambio de esta magnitud.
-Exactamente. Para mí, por lo menos, lo que el papa está intentando hacer es desencadenar un cambio a gran escala en varios niveles diferentes. Él está tratando de cambiar la forma en que el Vaticano se gestiona solo o se gestiona internamente. Él está tratando de hacer cambios en la Iglesia, y cómo está organizada y gestionada. El Papa está tratando de hacer algunas declaraciones que en realidad van más allá de la Iglesia y afectan la forma en que los recursos son utilizados y explotados ​​en todo el mundo. Por lo tanto, parece que no tenga miedo de hacer frente a estos problemas en muchos niveles diferentes.
[…] Una cosa es hacer declaraciones públicas, pero el hecho es que se ha logrado impulsar un interés y un gran apoyo para este esfuerzo. Vea lo que ha pasado aquí en Filadelfia con su visita [ … ] toda la inversión que se hizo para asegurarse de que el lugar fuera seguro para él, de manera que pudiera saludar a millones de personas -y quién sabe cuántos- que vinieron a verle.
-Un millón y medio, dos millones de personas aproximadamente.
-Cuando se piensa en la influencia del papa y la capacidad de ejercerla que sólo él tiene, no puedo recordar a nadie en el mundo que tenga tanta influencia y que puede utilizarla para hacer avanzar tantos programas.
-Y que esté tan dispuesto [ … ] no sólo a tratar de llevar adelante estos programas de la Iglesia Católica, sino también a criticar a la Iglesia de diferentes maneras. Este es un aspecto interesante, también, en la medida en que, en cierto sentido, se diferencia de lo que conocemos como la Iglesia Católica, especialmente en los últimos 20 a 30 años, con respecto a la protección de la identidad de la misma.
-Esto me lleva a una especulación, en mi opinión, muy interesante. Como sabemos, el papa Francisco sucedió el papa Benedicto. Sabemos que el papa Benedicto era más conservador. También sabemos que renunció, algo excepcional en el papado.
Me pregunto si el Colegio Cardenalicio ¿entendió lo que estaba haciendo cuando eligió a Francisco? Esa es una buena pregunta y que trasciende la cuestión del cambio de liderazgo en la Iglesia Católica. Es una pregunta más general sobre tales cambios. Quien sea el responsable de la cuestión de la sucesión, sea cual sea el grupo responsable de esto, ¿que están tratando de conseguir estas personas? ¿Hasta qué punto pueden estar seguros de que, sea cual sea el programa que quieren imponer, lo llevará adelante la persona que es elegida o designada?
La pregunta, en mi opinión, es la siguiente: ¿se sabía, de manera efectiva, hasta dónde llevaría el nuevo papa su agenda, una amplia agenda de cambio social? Creo que esta elección tuvo como objetivo enviar un mensaje diferente al que envió su predecesor. Pero, ¿quién sabe?
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-Da la impresión [ … ] de que tal vez sabían quién era esta persona, pero tal vez no sabían del todo lo lejos que llevaría el papado, lo que pueden ser dos cosas diferentes.
-Bueno, son cosas diferentes, pero están obviamente relacionadas. Yo simplemente encuentro fascinante observar cómo van sucediendo las cosas. Y como cualquier cambio en la empresa, ya sea grande o pequeña la organización, cuando alguien llega y tiene una agenda un poco diferente para ella, siempre habrá gente que apoye, por así decirlo, este programa. Y habrá quienes no lo apoyen y opinen que se estén aplicando los cambios de una manera que, en algunos aspectos, pone en peligro su supervivencia y sus agendas personales construidas a lo largo del tiempo.
Se podría pensar que, a nivel interno, dentro del Vaticano, y en una zona más amplia en la Iglesia en todo el mundo, Francisco tiene sus partidarios. No hay duda de ello. Sin embargo, también hay personas que no muestran mucho entusiasmo por esta agenda. Así que uno de sus retos en cuanto a la ejecución de su programa -es decir, lograr que las cosas se hagan, cambien- es tratar de actuar de tal manera que las personas que dudan o que se resisten al cambio, participen en la discusión y se sientan atraídos por el proceso de cambio.
-El hecho de que él esté dispuesto a hablar sobre el cambio climático y haya comenzado a discutir el tema del divorcio y los cambios que haría en la Iglesia, desde este punto de vista, él está tratando de atraer a la discusión a los que están dentro de la Iglesia. Sin embargo, también está tratando de que la gente que quizá ha dejado la Iglesia vuelva a ella.
-Estoy de acuerdo. Lo que está realmente tratando de hacer, por lo que yo puedo decir como observador externo, es la creación de un programa de cambio [ … ] El cambio climático en sí no es necesariamente una cuestión religiosa. No es un asunto que implique, de forma necesaria, a la Iglesia Católica en sí. Sin embargo, es una cuestión moral de enorme importancia. ¿Hemos sido buenos gestores del planeta y, si no, qué tenemos que hacer para cambiar, para ser mejores gestores? Por lo tanto, es de nuevo una cuestión de crear una agenda de múltiples niveles.
-El papa pasó algún tiempo en Cuba y después estuvo aquí en EE.UU. [ … ] ¿Cuánto de su agenda cree que va a tratar de poner en práctica en su primera visita al país, y cuánto de ella se refiere exclusivamente a la función de su papel de papa, que es, llegar a las millones de personas que lo han visto en la última semana en EE.UU.?
-Creo que no vamos a ver nada demasiado contundente durante su visita a Washington, Nueva York y Filadelfia. Creo que va a utilizar la plataforma impresionante que tiene en los discursos que hará en estas tres ciudades y toda la atención que sus palabras atraerán para reforzar algunas ideas que ha comentado. Yo estaría muy sorprendido si hubiera algo realmente nuevo en sus discursos. Creo que está en un momento en que hay que centrarse en un número relativamente limitado y fijo de cuestiones, consolidando el apoyo que necesite para llevar adelante su agenda de cambio real.
-Respecto a las ideas que el papa está tratando de transmitir, y siendo este país EE.UU., algo que parece estar encontrando eco es el tema del cambio climático, dado que el presidente Obama ha hablado sobre el asunto. Y, por supuesto, la cumbre del clima tendrá lugar a principios de diciembre en París. Así que aquí tenemos al más poderoso hombre santo del planeta junto a, probablemente, el más poderoso líder nacional del planeta, ambos preocupados por el mismo tema.
-Lo que me parece interesante de todo esto es que se trata de una agenda altamente política en la que el papa está preocupado por entrar trayendo consigo la influencia de la Iglesia. Lo hace de una manera consistente con la posición de la Iglesia sobre el uso adecuado y responsable de los recursos del planeta. Sin embargo, creo que el hecho de que él esté tratando de cerrar filas junto a los que están preocupados por el cambio climático es importante. Esto representa la entrada en un dominio eminentemente político por parte de una institución que no tiene que hacerlo de forma necesaria.
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-Él tiene la oportunidad de utilizar su influencia y estatus para provocar cambios potenciales, al menos en este área, algo que no hemos visto muy a menudo en otros papas.
-Exacto. Estoy totalmente de acuerdo.
-Los problemas financieros de la Iglesia Católica están bien documentados, es decir, la Iglesia está vendiendo un montón de cosas. Usted ha mencionado anteriormente las dificultades de la Iglesia en Alemania. Y, por supuesto, para las personas que viven en los alrededores de Filadelfia, usted tal vez pueda recordar la historia de una casa que tenía la Iglesia en la costa de Nueva Jersey y que fue vendida, porque se trata de un lujo que no estaba justificado. Pues bien, el aspecto financiero de la gestión de una empresa es una cosa, pero el aspecto financiero de la gestión de la Iglesia puede tener muchas más similitudes con la empresa de lo que las personas sospechan.
-Bueno, en cierto modo esto es cierto. Y, por supuesto, otra cosa que está en juego aquí es la relación entre el Vaticano y las diversas iglesias locales en el mundo. Es evidente que hay una gran diferencia entre los dos, y entre el impacto de las decisiones del Vaticano y lo que sucede dentro de las parroquias locales. Hay una dinámica interesante aquí.
Parte de los datos acerca de lo que está sucediendo en la Iglesia alrededor del mundo está, evidentemente, detrás de las iniciativas del Papa aquí en EEUU. Cuando vemos, por ejemplo, la dificultad que la Iglesia tiene para reclutar hombres para el sacerdocio, la disminución del número de monjas, y la dificultad para reclutar niñas para el noviciado; cuando vemos el número de parroquias que están cerrando en el mundo, el número de sacerdotes que están llamados a servir a más de una parroquia a la vez; cuando vemos el cierre de las escuelas parroquiales de Filadelfia, la fusión de estas escuelas, parroquias, la mayoría de estas fusiones y estos problemas tienen un origen financiero.
-¿Hay algo en la educación católica que se puede utilizar como punto de partida para dirigir la Iglesia, de hecho, a un nivel superior? Digo esto porque a pesar de que las escuelas católicas aquí en Filadelfia y en otros lugares están pasándolo mal y cerrando sus puertas, todavía representan un cierto nivel de estabilidad en comparación con el sistema educativo en muchas regiones del país.
-Tengo algunos buenos amigos, católicos practicantes cuyos hijos estudian en las escuelas católicas y garantizan que la calidad y el tipo de educación que los niños reciben en estas escuelas son muy buenas. También tengo amigos que hicieron la secundaria en las escuelas católicas. Uno de ellos incluso se graduó de una universidad católica. Afirman categóricamente que la enseñanza y el tipo de educación que se imparte en las escuelas parroquiales son de una excelente calidad.
Entiendo lo que quiere decir, es decir, que pueda haber una oportunidad aquí, en el contexto específico de este país, en que nuestro sistema de educación secundaria tal vez esté en crisis y tengamos todo tipo de problemas con la calidad de la escuela secundaria. Las escuelas católicas, en mi opinión, podrían jugar un papel importante. La pregunta es cómo infundir nueva vida en el sistema de escuelas parroquiales en vista de las restricciones fiscales y demográficas, lo que está llevando a las fusiones. No es un problema fácil de resolver. Creo que hay un posible camino a partir de aquí, sin duda. Exactamente cómo hacer que funcione no es evidente, al menos para mí.
-Será interesante ver lo que pasa, sobre todo el fin de semana aquí en Filadelfia. El Papa dirá misa frente al Museo de Arte. Él hablará frente al Independence Hall.
-Creo que los resultados serán muy positivos para él. Creo que tiene una dosis de carisma y capacidad de relacionarse con las personas que los deja llenos de energía, creando una sensación de confianza, esperanza y optimismo. Y la forma en que ahora está tratando de llamar la atención sobre las dificultades que enfrentan los marginados, esforzándose para que sean percibidos y apelando para que se reduzcan las desigualdades de ingresos y cosas así, creo que todo esto va a ser muy bienvenido aquí. Creo que vamos a tener una gran sorpresa. La gente despedirá este fin de semana con un renovado sentido de esperanza en relación a lo que la Iglesia Católica tiene que ser y lo que tiene que ofrecer.
La pregunta que me hago es: ¿cómo se va a construir todo esto? Generará un cierto impulso. A continuación hay algunas cosas que deben encajar en su lugar para conservar el movimiento positivo. Y, por supuesto, depende de las personas que están sobre el terreno aquí en EEUU.
-De las personas en las parroquias y de las personas que las gestionan.
-Los obispos, etc. Este es el desafío del cambio, el punto en el que tendrá lugar la prueba crucial de cambio. Tenemos un consejero delegado que determina el orden del día, por así decirlo, es carismático, elocuente y tiene una visión panorámica. Pero lo más importante es la ejecución, y como tomamos esa visión y la traducimos en hechos significativos. Creo que ese es el desafío al que se enfrenta la Iglesia.

viernes, 25 de septiembre de 2015

El texto completo del impresionante discurso del Papa en el Capitolio


Interrumpido varias veces por los aplausos de los representantes de ambas cámaras, el Papa Francisco tocó temas álgidos. 

Señor Vicepresidente,
 Señor Presidente,
 Distinguidos Miembros del Congreso,
 Queridos amigos:
 Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.
 Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social.
 La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política.
 La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.
 Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada vida humana.
 En esta perspectiva quisiera hoy no sólo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y –poco a poco– conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que –con su servicio silencioso– sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados.
 Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo.
 Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales.
 Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.
 Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad.
 Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico.
 Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores.
El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos. Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.
 Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.
 El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.
 En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales.
 Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (Declaración de Independencia, 4 julio 1776).
 Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.
 En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos.
 En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes. Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos.
 Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12).
 Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.
 Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación.
 En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.
¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema.
 No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si’, 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14).
En Laudato si’, aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos –y este Congreso– están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139).
 La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años.
 Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas». Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones.
 En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).
 Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas.
 Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios.
 Cuatro representantes del pueblo norteamericano.
 Terminaré mi visita a su País en Filadelfia, donde participaré en el Encuentro Mundial de las Familias. He querido que en todo este Viaje Apostólico la familia fuese un tema recurrente. Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia.
De modo particular quisiera llamar su atención sobre aquellos componentes de la familia que parecen ser los más vulnerables, es decir, los jóvenes. Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación. Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones. Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia.
 Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton.
 Me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América.

martes, 25 de agosto de 2015

Un lugar limpio para los lagartos gigantes

Hace ocho meses, una delegación de las Seychelles visitó El Hierro con un objetivo: conocer Gorona del Viento, epicentro de un proyecto que aspiraba al abastecimiento energético para obtener luz y agua a través de fuentes 100% renovables. Si los ilustres visitantes del archipiélago tropical del Índico volvieran hoy a la isla canaria comprobarían que, en efecto, el milagro es posible. En el calendario de El Hierro está remarcado el 9 de agosto como una fecha histórica. Ese día la central hidroeléctrica lograba suministrar toda la demanda de los 10.000 habitantes de la isla sin echar mano del petróleo. Fueron solo cuatro horas, pero tiempo suficiente para comprobar que la idea pergeñada hace tres décadas no era un sueño.
Gorona del Viento recuerda a los muros semicirculares de piedra que construyen los ganaderos para resguardar a los rebaños de los fuertes vientos del Atlántico —a veces huracanados— que azotan la isla. Los alisios, implacables enemigos de los pastores, que entre marzo y septiembre soplan a una velocidad constante de 9 metros por segundo, se han convertido en esta ocasión en los mejores aliados. Activan un parque eólico compuesto por cinco aerogeneradores, que producen energía para un complejo engranaje que une dos depósitos de agua, una central hidroeléctrica, otra de bombeo y una más de motores diésel. Esta última se usa solo en caso de emergencia, cuando el viento escasea o el agua no da abasto.
Experiencias tan exitosas como las de El Hierro hay que buscarlas casi en las antípodas. El archipiélago de Tokelau, en Nueva Zelanda, ha conseguido cubrir las necesidades de electricidad y transporte de toda su población con energía renovable. Aunque en estas pequeñas islas moran apenas 1.500 personas. Resulta paradójico que este territorio, que ha dejado de lanzar emisiones de efecto invernadero al cielo, sea precisamente uno de los más amenazados por el cambio climático. Tokelau podría quedar engullido por el agua si no se para el calentamiento global.
Desde los llamamientos del papa Francisco hasta las políticas activas del presidente Obama, las voces para combatir el cambio climático suenan cada vez con más fuerza. Lograr energías limpias que hagan a la humanidad menos dependiente del petróleo, del carbón o de cualquier tipo de combustible fósil es el gran desafío. Las alternativas eólicas, solares e hidráulicas son las más comunes para conseguir electricidad limpia. Hay otras: Escocia experimenta con la energía undimotriz (olas) y mareomotriz (mareas) e Islandia explota la geotérmica.
Proyectos como el de El Hierro demuestran que es posible dar un volantazo y apostar por un modelo sostenible. El hogar en el que crece el garoé, el árbol sagrado de los bimbaches, y mora el lagarto gigante del Roque Chico de Salmor, ha sido, aunque solo por unas horas, un lugar totalmente limpio y libre de emisiones contaminantes.
 Fuente: elpais.com