Redacción AméricaEconomía
Felicitaciones se merecen los
países de la Unión Europea y el Mercosur por su acuerdo de liberalización de
comercio, anunciado el viernes 28 de junio. Con esta acción, los dos bloques
crean una zona de apertura de casi 800 millones de habitantes, y una economía
de US$ 21 billones, que constituye el 25% del PIB mundial. Y lo hacen a
contracorriente, en tiempos de proteccionismo global, impulsado entre otros por
el proteccionista Donald Trump y el capitalismo protegido de China.
El acuerdo entre la Unión
Europea y el Mercosur -formado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay-
constituye el mayor pacto comercial del mundo y es también el primer acuerdo de
comercio alcanzado por el hasta ahora desfalleciente Mercosur, que ha renacido
gracias a que en Argentina y Brasil hay gobiernos económicamente liberales: los
de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro.
Paradójicamente, Donald Trump
ayudó al acuerdo al congelar las conversaciones comerciales de Estados Unidos
con la UE, en 2017. Esto impulsó a los europeos a buscar socios en otras
latitudes.
Se tardó en llegar a esas
concordancias políticas necesarias para alcanzar el acuerdo: el anuncio se hizo
exactamente 20 años después de que se iniciaran las conversaciones comerciales
entre ambos bloques, el 28 de junio de 1999.
En lo central, el nuevo
acuerdo abre los mercados europeos a los productos agrícolas del Mercosur y
abre los mercados de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay a la industria
manufacturera europea, incluyendo los automóviles y el vino. En régimen, tras
una implementación progresiva variable, según industria, el acuerdo da acceso
libre de aranceles al 93% de los productos que el Mercosur exporta a Europa, y
tratamiento preferencial al 7% restante. La Unión Europea, por su parte,
consigue eventual acceso libre de aranceles para el 91% de los productos que
vende al Mercosur.
Esto no es poca cosa: en
términos de reducciones arancelarias, el acuerdo le ahorra a la industria europea US$ 4.600
millones anuales, una situación cuatro veces más lucrativa que el acuerdo que
tiene Europa con Japón.
La Unión Europea retribuye
abriendo sus puertas progresivamente a la carne y a los productos agrícolas del Mercosur. Se abre
una nueva cuota de 99.000 toneladas de carne al año, con un arancel de 7,5%, y
cuotas de 180.000 toneladas, cada una de azúcar y pollos, con arancel cero.
El acuerdo necesita ser
ratificado por los Parlamentos de todos los países miembros de ambos bloques.
Esto puede ser costoso, sobre todo en los casos de Brasil y Argentina, donde
Bolsonaro y Macri no tienen mayoría. Pero también hay oposición en Europa, de
parte de grupos ambientalistas y de la industria ganadera.
El documento incluye cláusulas
ambientales y laborales de nueva generación, y también compromete a todos los
países miembros a cumplir con las exigencias del Acuerdo Climático de París.
Pero ambientalistas europeos ya han reclamado que los términos del acuerdo
podrían impulsar la deforestación del Amazonas.
Otro problema en Argentina es
la posibilidad de que la dupla Fernández, de oposición a Macri y de corte
claramente proteccionista, gane las elecciones presidenciales de octubre
próximo. Un nuevo gobierno podría hacerle una zancadilla o varias al acuerdo.
A pesar de los pesares, lo ya
logrado por la Unión Europea y el Mercosur es un gran paso adelante y una
acción digna de encomio, además de una señal clara en favor del
multilateralismo, el libre comercio y la política de acuerdos. Si el pacto
logra materializarse y ponerse en marcha en los términos acordados por los
negociadores, será efectivamente la mayor zona de acuerdo comercial del mundo y
un ejemplo para acuerdos posteriores.
Tal vez sea el momento de que
el otro bloque comercial latinoamericano, la Alianza del Pacífico, formado por
México, Colombia, Perú y Chile, busque una forma de sumarse al acuerdo. México
ya tiene un acuerdo de libre comercio con Europa y los otros tres países de la
Alianza del Pacífico han firmado acuerdos comerciales o de asociación.
Integrarse como bloque al acuerdo UE-Mercosur suena como un siguiente paso
lógico.
Una mayor integración de los
dos grandes bloques latinoamericanos, Mercosur y Alianza del Pacífico, sería la
antesala de la creación de un solo gran bloque regional, que al mismo tiempo
esté básicamente abierto al comercio y los negocios globales. No es imposible
que de aquí surja la soñada integración latinoamericana.
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