Por: Camilo Amado
Asenjo
Sumilla:
En
el siguiente artículo revisaré la obra de Boichi, Hotel Since A.D. 2079-; revisaré cuáles son sus presupuestos o qué
temas nos presenta esta obra sobre cómo ha venido actuando la humanidad; mostraré
las consecuencias de esto en tres aspectos (ecológico, ético y ontológico); y
terminaré comentando las consecuencias de los temas de este libro desde la
perspectiva de Braidotti y Bennet.
Palabras clave:
Boichi
– Medio Ambiente – Contaminación global
Texto:
La
obra de Boichi (2015) nos presenta una serie de cuentos sobre qué sucedería en
un futuro no muy lejano donde algún tipo de apocalipsis está ocurriendo. Ya sea
por invasión extraterrestre, o por contaminación global, o por invasión de
ángeles de la Biblia católica, la humanidad está a punto de acabarse. Es,
entonces, la obra de Boichi, apocalíptica -desde cierto punto de vista-, pero
también esperanzadora –desde otro punto de vista- como iremos a ver.
En
el caso de Hotel Since A.D. 2079- (Boichi
2015), la tierra ha sido contaminada a tal punto que nos es imposible
recuperarla; el mar ha empezado a alzarse y a comer nuestras ciudades; la
naturaleza nos exilia, se nos presenta hostil (5-6). Frente a esta situación
los personajes de Boichi, la humanidad que nos dibuja, deciden abandonar la
tierra para poblar otro planeta, pero no sin antes –como buenos humanos que
somos- dejar rastro de nuestra existencia en este lugar; frente al miedo de ser
erradicados totalmente, la humanidad no solo busca salvarse sino dejar –como
humanos temerosos a la muerte y al olvido de nuestra especie- una huella de lo
que fuimos o hicimos aquí (en esta tierra) (7-8).
Cabe
señalar, que la razón detrás de que los científicos -que nos presenta la obra-
busquen armar una especie de arca de Noé con los genomas de todas las especies
que poblaron la tierra no es solamente el afán de salvaguardar lo que alguna
vez fue la Tierra, sino también pagar culpa por nuestros pecados. Es así que el
científico a cargo de todo, Anno, decide no guardar el genoma humano en el
arca, porque no lo merecemos (Boichi 2015: 15); porque es por culpa nuestra que
todas las especies (y el ecosistema terrestre) han desaparecido o están a punto
de desaparecer (8).
Hotel… nos muestra
un mundo no tan alejado al nuestro, a nuestra realidad actual. Nos presenta una
situación, que sin ir muy lejos y con simplemente ver los últimos informes
sobre el calentamiento global (Planelles 2018: 2), está a punto de suceder: la
tierra se va a calentar y va a ser inhabitable dentro de muy pocos años si
seguimos actuando como lo estamos haciendo. Boichi pondrá como contexto
primordial de su obra el fin de la humanidad por culpa de ella misma (2015: 5).
Pero
no solamente eso nos muestra la obra. También podemos observar un aspecto muy
importante si nos fijamos en la visión de los científicos a cargo del hotel que
llevará los genes de todas las especies que van a morir por nuestra culpa:
vemos culpa; vemos la necesidad de pagar nuestros pecados, nuestras acciones y
las consecuencias que ellas han tenido en la Tierra. Vemos una humanidad casi
acabada, que de hecho al final del cuento termina extinta (Boichi 2015: 39), en
sus últimos días y con las energías contadas. Vemos una humanidad que, dados
sus pecados, está en camino de conocer a su creador. Así, pues, son la culpa y
la responsabilidad de nuestra propia extinción las que vemos en la obra de
Boichi.
Sin
embargo, ahí no acaba la historia. Tal vez en un intento por reflejar el
espíritu humano y sus miedos de acabar y desaparecer del gran esquema de las
cosas, Boichi muestra un breve halo de esperanza. Esta esperanza se manifiesta
de dos formas. Por un lado, tenemos descendientes no-humanos; nuestros hijos,
nuestras creaciones, nuestras máquinas, siguen con ‘vida’ y aún nos recuerdan;
Louis, la AI encargada del hotel, vive gracias a la misión que han le
encomendaron sus padres, los humanos Anno y Knightly (2015: 25, 34-35). Por
otro lado, a pesar de que Anno, el científico a cargo del hotel de genes, se
negase a guardar ADN humano en él, al final del cuento Louis –antes de ‘morir’-
le dice a los descendientes robóticos, de la misión no exitosa humana de
conquistar un nuevo planeta, que hay ADN humano escondido en los refrigeradores
y que es posible recrear a la humanidad (43).
Así,
pues, la historia de Boichi nos muestra ciertos aspectos de nosotros mismos y
el futuro de nuestra especie. Nos muestra que la humanidad está a punto de
terminarse por culpa de ella misma; nos muestra que esa culpa nos va a
acompañar hasta el fin de nuestros días y que de alguna forma u otra debemos
expiar esos pecados cometidos no solo contra nosotros sino también contra la
Tierra; y nos muestra un pequeño halo de esperanza frente a toda esta
situación: que nuestros descendientes robóticos y cibernéticos nos recordarán e
intentarán reconstruirnos, al igual que nosotros hacemos hoy con las viejas
civilizaciones de Mesopotamia o Caral.
Podríamos
preguntarnos, qué nos dice este cuento sobre nosotros mismos; qué nos cuenta,
qué nos relata, sobre lo que pensamos ontológica, ética y ecológicamente en
relación a nuestro accionar.
Empezaré
por explicar el ámbito ecológico, porque a mí parecer es lo que motiva la obra
de Boichi: el calentamiento global y la destrucción casi irreparable de la
Tierra por la mano humana. Esta obra nos presenta una cruda verdad, que aunque
pueda ser presentada como titular en El País, no estamos todavía dispuestos a
aceptar; nos presenta a los seres humanos como responsables de la destrucción
del planeta, del ecosistema, de la vida ecológica que hay en él, y de toda
posibilidad de cambiar eso, si seguimos actuando como venimos actuando.
Si
la humanidad sigue viendo a la Tierra como un objeto externo a su especie este
es el camino que vamos a recorrer, el camino de Hotel… y de los científicos que construyeron el arca genética. Hoy
nos es fácil distanciarnos de los animales, de las plantas, del suelo que nos
cobija, porque todavía nos sentimos en control, porque todavía creemos que
podemos dominar este planeta y este universo. Pero una posibilidad muy grande y
que como buenos humanos, que solemos negar todo lo que no nos convenga, todavía
seguimos negando: la posibilidad de destruir toda la Tierra.
Este
primer punto me lleva a pensar en el aspecto ético de la obra. La obra de
Boichi puede ser vista como un llamado de atención a la humanidad; como un
pequeño mito sobre el futuro que nos espera. Pero también nos muestra, como
todo buen mito o fábula, una lección ética a tomar: la humanidad, debido a sus
pecados contra la Tierra, debe pagar; ya sea extinguiéndose, ya sea sufriendo
las consecuencias del calentamiento global, ya sea teniendo que ver sus
ciudades hundidas y desaparecidas frente a la marea terrestre que cobra los
pecados que hemos cometido. El ser humano, como especie, tiene una deuda con la
Tierra que ha estado habitando.
Desde
tiempos inmemoriales hemos sido una especie gregaria, que busca sobreponerse
frente a los demás. Harari argumentará que una buena razón para creer que
nosotros los homo sapiens somos la única especie -entre los neandertales, homo
soloensis, homo denisova, y demás especies homínidas que convivieron con
nosotros hace miles de años- es que nosotros los matamos a todos; con nuestra
superioridad tecnológica y nuestra actitud gregaria imposible de quebrantar hicimos
de todo lo que no fuera nosotros un
enemigo irreconciliable (2014: 21-22).
En
tal sentido, no sorprende que los seres humanos seamos primordialmente seres
éticamente amigables solo frente a otros humanos. Las consecuencias de esta
actitud las vemos en nuestro día a día y, como mencioné en el punto ecológico,
en los daños que estamos causando en la Tierra y en los seres no-humanos que
habitan en ella.
Estos
dos puntos (el ético y el ecológico) nos llevan a pensar sobre el tercer punto:
el ontológico. La obra de Boichi nos propone dos respuestas a qué entendemos
por herencia humana o por humanidad y qué está pensando la humanidad sobre sí
misma. Por un lado vimos que somos seres en camino a la extinción, cuya única
herencia son máquinas; y por otro lado vimos que estas máquinas que heredaron
nuestros pecados aún tienen la intención de resucitarnos.
Así,
pues, la obra nos presenta una humanidad ceñida por el dualismo ontológico, que
se manifiesta –como vimos- en un dualismo ético con consecuencias ecológicas.
Somos nosotros, la humanidad, contra la existencia. Pero este dualismo que se
nos presenta también tiene una contraparte, porque no solo pensamos que somos
nosotros, sino que también somos el ADN (las moléculas y átomos que nos
componen y desde los cuales nos podemos reconstruir) y somos el recuerdo en
nuestros hijos mecánicos. Es un dualismo que pierde su fuerza frente la
realidad, que la humanidad no quiere aceptar pero que el cuento presenta, de
que somos más que una simple especie aislada de lo externo. Somos un ser en
interacción con su ambiente, con sus creaciones, consigo mismo; lo que da la
impresión de que tal vez –en las últimas instancias de nuestra existencia-
podamos lograr ver el verdadero esquema de las cosas: la unidad que compone
todo.
Una
pregunta válida que nos podemos hacer –para finalizar este artículo- es qué
dirían autores contemporáneos sobre lo que nos está mostrando Hotel…; qué podemos rescatar
filosóficamente de los cuentos y fábulas del autor coreano. ¿Qué dirían
Braidotti y Bennett?
Empecemos
por Braidotti. Recordemos que la autora nos presenta una crítica al
antropocentrismo que se ha venido dando desde la edad moderna y que nos ha
llevado al capitalismo avanzado, donde todos podemos ser convertidos en bytes o bits calculables y reducibles (2015: 74-75). Para solucionar esto
nos propondrá ver las cosas desde el zoe
y no desde el bios; siendo el primero
una visión espinosista donde hay un continuo entre cultura y naturaleza (98) y
siendo el segundo una visión donde el hombre se encuentra en el centro de todo
y está separado de lo natural (77).
Esto
la lleva a pensar en una nueva ética y en una nueva postura frente al planeta y
a los seres que habitan en ella. El planeta ya no será un ser ajeno o externo a
la humanidad, sino parte de ella (Braidotti 2015: 101) y los seres no-humanos
(como los animales y las plantas) tendrán el mismo derecho ético que los
humanos (100). Ya no podemos, argumentará la autora, pensar en el mundo desde
la medida del hombre, sino desde el plano general del zoe, donde todos somos responsables parciales (y por ende deudores)
de todo.
Esta
visión -me parece- que se encuentra muy de acuerdo a lo que propone el cuento
de Boichi. En Hotel… encontramos que
la dicotomía entre el hombre y el planeta o entre el hombre y la máquina (hija
de la humanidad) se termina por acabar implícitamente; el actuar humano ha
causado la destrucción del ecosistema terrestre y nuestras máquinas son las que
deben heredarlo ahora. También vemos la visión ética fuerte que propone Braidotti
sobre cómo debemos ser responsables y deudores de lo que hagamos aquí y ahora;
los científicos que nos presenta el cuento hacen lo que hacen (construyen el
hotel) por la culpa que sienten respecto a lo que hicieron con el planeta: son
responsables y pagan su deuda dejando –dentro de sus limitadas capacidades- lo
que alguna vez fue la vida en la Tierra.
Continuemos
con Bennett. Ella se preocupa por un ambientalismo capitalista que en lugar de
buscar el bienestar el planeta general, busca alcanzar ganancias y cubrir
costos a expensar del planeta (2010: 111). Bennett argumentará que debemos de
entender el ecosistema como compuesto de una materia que es tanto humana como
no-humana (111-112); que la materia tiene vibraciones, energías y vitalidades
que no podemos negar (112); y que debemos entender que la distinción entre lo
humano y lo no-humano es artificial y que en realidad somos un continuo vital,
una materialidad vital (112).
Siguiendo
a Guattari, dirá que el problema que tenemos al entender a la materia como algo
ajeno a nosotros es uno tanto cultural, como psicológico, como ecológico; no es
solo una cuestión de teoría, sino un hecho real que debemos de afrontar. En tal
sentido, debemos de empezar a ver la realidad como un hecho transversal, donde
no hay distinciones entre sujeto, sociedad y máquinas (Bennett 2010: 115).
Esta
nueva forma de ontología nos llevaría a pensar en que todo –en cierto sentido-
está compuesto de vida, tiene vida. La Naturaleza debe ser vista «as "an immense abstract machine"
of generativity, whose pieces "are the various assemblages and
individuals, each of which groups together an infinity of particles entering
into an infinity of more or less interconnected re1ations." »
(Deleuze y Guattari, en Bennett 2010: 119). Esta es la visión que debemos
afrontar, donde ya no es solo la humanidad la que tiene vitalidad, sino toda la
materia –por más difícil de digerir que parezca- (Bennet 2010: 122).
Esta
visión de las cosas, de la naturaleza, no está en desacuerdo –a mi parecer-
respecto a lo que nos presenta Boichi. Como dijimos, en su cuento, es la
humanidad la culpable de todos los males de la Tierra; y es tal vez la visión
que dualista que intenta atacar Bennett que llevó a esa humanidad a destruir el ecosistema. Se nos presenta también
la posibilidad del continuo máquina-hombre, porque las primeras ya no son
vistas como simples instrumentos que deben obedecer nuestras órdenes, sino como
herederos de nuestras creencias y nuestras intenciones de salvaguardar a las
especies que dañamos; son las máquinas y AI las que toman la posta del pecado
que cometimos –al igual que nosotros heredamos el pecado de Adán y Eva-,
haciendo evidente que no es tal vez la humanidad por sí sola la que debe
permanecer sino la Tierra y las diferentes formas de vida que habitan en ella.
En
conclusión, los cuentos de Boichi nos presentan un futuro no muy lejano, donde
hemos extinguido toda posibilidad de reparar nuestros males; donde como los
pecadores y humanistas que somos debemos de pagar por nuestras acciones. Pero
también nos presenta una situación donde el humano ya deja de ser el centro del
universo, porque -como Boichi mismo presenta- la humanidad se está extinguiendo
o está extinta; son las máquinas, los peces, las alienígenas o los ángeles, los
que ahora toman la actitud de narradores.
En
particular en Hotel Since A.D 2079-, la historia que importa
es la de Louis, el AI encargado del hotel de genes. La historia que interesa
contar es la del nuevo ser, hijo de los doctores Anno y Knightly (de los nuevos
Adán y Eva), y de su misión de expiar los pecados de sus padres (al igual que
nosotros respecto al mito de Adán y Eva). La historia de la humanidad, de la
posthumanidad, será la de Louis, la de las máquinas que regresan de la misión
fallida del hombre que intentó colonizar un nuevo planeta, la del nuevo hombre
que tendrá que renacer desde la materia viva que es el ADN encerrado en el
hotel. En ese sentido, Hotel… nos
muestra una visión de lo que ocurriría si los filósofos contemporáneos a favor
de la materia vital, o de la continua naturaleza-cultura, tienen razón:
tendremos una humanidad sin humanos; y tal vez eso esté bien y sea lo que ahora
debemos afrontar y aceptar.
Bibliografía
consultada:
Bennett, Jane
2010 Vibrant Matter. EEUU: Duke University Press
Boichi
2015 “Hotel
Since 2079-”. Hotel. España: Milky
Way Ediciones. Pp. 3-44
Braidotti, Rosi
2015 Lo Posthumano. Barcelona: Gedisa editorial Harari, Yuval Noah
2015 De animales a dioses. Epub: Titivillus
«https://www.epubgratis.org/de-animales-a-dioses-yuval-noah-harari/» Planelles,
Manuel
2018 “Las
emisiones mundiales de CO crecen y vuelven a marcar un récord”. Sociedad. España: El País.
«https://elpais.com/sociedad/2018/12/05/actualidad/1544012893_919349.html»
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