martes, 1 de octubre de 2019

DESPUÉS DE LA HUMANIDAD EN HOTEL SINCE A.D. 2079- DE BOICHI


Por: Camilo Amado Asenjo
Sumilla:
En el siguiente artículo revisaré la obra de Boichi, Hotel Since A.D. 2079-; revisaré cuáles son sus presupuestos o qué temas nos presenta esta obra sobre cómo ha venido actuando la humanidad; mostraré las consecuencias de esto en tres aspectos (ecológico, ético y ontológico); y terminaré comentando las consecuencias de los temas de este libro desde la perspectiva de Braidotti y Bennet.
Palabras clave:
Boichi – Medio Ambiente – Contaminación global

Texto:
La obra de Boichi (2015) nos presenta una serie de cuentos sobre qué sucedería en un futuro no muy lejano donde algún tipo de apocalipsis está ocurriendo. Ya sea por invasión extraterrestre, o por contaminación global, o por invasión de ángeles de la Biblia católica, la humanidad está a punto de acabarse. Es, entonces, la obra de Boichi, apocalíptica -desde cierto punto de vista-, pero también esperanzadora –desde otro punto de vista- como iremos a ver.
En el caso de Hotel Since A.D. 2079- (Boichi 2015), la tierra ha sido contaminada a tal punto que nos es imposible recuperarla; el mar ha empezado a alzarse y a comer nuestras ciudades; la naturaleza nos exilia, se nos presenta hostil (5-6). Frente a esta situación los personajes de Boichi, la humanidad que nos dibuja, deciden abandonar la tierra para poblar otro planeta, pero no sin antes –como buenos humanos que somos- dejar rastro de nuestra existencia en este lugar; frente al miedo de ser erradicados totalmente, la humanidad no solo busca salvarse sino dejar –como humanos temerosos a la muerte y al olvido de nuestra especie- una huella de lo que fuimos o hicimos aquí (en esta tierra) (7-8).
Cabe señalar, que la razón detrás de que los científicos -que nos presenta la obra- busquen armar una especie de arca de Noé con los genomas de todas las especies que poblaron la tierra no es solamente el afán de salvaguardar lo que alguna vez fue la Tierra, sino también pagar culpa por nuestros pecados. Es así que el científico a cargo de todo, Anno, decide no guardar el genoma humano en el arca, porque no lo merecemos (Boichi 2015: 15); porque es por culpa nuestra que todas las especies (y el ecosistema terrestre) han desaparecido o están a punto de desaparecer (8).
Hotel… nos muestra un mundo no tan alejado al nuestro, a nuestra realidad actual. Nos presenta una situación, que sin ir muy lejos y con simplemente ver los últimos informes sobre el calentamiento global (Planelles 2018: 2), está a punto de suceder: la tierra se va a calentar y va a ser inhabitable dentro de muy pocos años si seguimos actuando como lo estamos haciendo. Boichi pondrá como contexto primordial de su obra el fin de la humanidad por culpa de ella misma (2015: 5).
Pero no solamente eso nos muestra la obra. También podemos observar un aspecto muy importante si nos fijamos en la visión de los científicos a cargo del hotel que llevará los genes de todas las especies que van a morir por nuestra culpa: vemos culpa; vemos la necesidad de pagar nuestros pecados, nuestras acciones y las consecuencias que ellas han tenido en la Tierra. Vemos una humanidad casi acabada, que de hecho al final del cuento termina extinta (Boichi 2015: 39), en sus últimos días y con las energías contadas. Vemos una humanidad que, dados sus pecados, está en camino de conocer a su creador. Así, pues, son la culpa y la responsabilidad de nuestra propia extinción las que vemos en la obra de Boichi.
Sin embargo, ahí no acaba la historia. Tal vez en un intento por reflejar el espíritu humano y sus miedos de acabar y desaparecer del gran esquema de las cosas, Boichi muestra un breve halo de esperanza. Esta esperanza se manifiesta de dos formas. Por un lado, tenemos descendientes no-humanos; nuestros hijos, nuestras creaciones, nuestras máquinas, siguen con ‘vida’ y aún nos recuerdan; Louis, la AI encargada del hotel, vive gracias a la misión que han le encomendaron sus padres, los humanos Anno y Knightly (2015: 25, 34-35). Por otro lado, a pesar de que Anno, el científico a cargo del hotel de genes, se negase a guardar ADN humano en él, al final del cuento Louis –antes de ‘morir’- le dice a los descendientes robóticos, de la misión no exitosa humana de conquistar un nuevo planeta, que hay ADN humano escondido en los refrigeradores y que es posible recrear a la humanidad (43).
Así, pues, la historia de Boichi nos muestra ciertos aspectos de nosotros mismos y el futuro de nuestra especie. Nos muestra que la humanidad está a punto de terminarse por culpa de ella misma; nos muestra que esa culpa nos va a acompañar hasta el fin de nuestros días y que de alguna forma u otra debemos expiar esos pecados cometidos no solo contra nosotros sino también contra la Tierra; y nos muestra un pequeño halo de esperanza frente a toda esta situación: que nuestros descendientes robóticos y cibernéticos nos recordarán e intentarán reconstruirnos, al igual que nosotros hacemos hoy con las viejas civilizaciones de Mesopotamia o Caral.
Podríamos preguntarnos, qué nos dice este cuento sobre nosotros mismos; qué nos cuenta, qué nos relata, sobre lo que pensamos ontológica, ética y ecológicamente en relación a nuestro accionar.
Empezaré por explicar el ámbito ecológico, porque a mí parecer es lo que motiva la obra de Boichi: el calentamiento global y la destrucción casi irreparable de la Tierra por la mano humana. Esta obra nos presenta una cruda verdad, que aunque pueda ser presentada como titular en El País, no estamos todavía dispuestos a aceptar; nos presenta a los seres humanos como responsables de la destrucción del planeta, del ecosistema, de la vida ecológica que hay en él, y de toda posibilidad de cambiar eso, si seguimos actuando como venimos actuando.
Si la humanidad sigue viendo a la Tierra como un objeto externo a su especie este es el camino que vamos a recorrer, el camino de Hotel… y de los científicos que construyeron el arca genética. Hoy nos es fácil distanciarnos de los animales, de las plantas, del suelo que nos cobija, porque todavía nos sentimos en control, porque todavía creemos que podemos dominar este planeta y este universo. Pero una posibilidad muy grande y que como buenos humanos, que solemos negar todo lo que no nos convenga, todavía seguimos negando: la posibilidad de destruir toda la Tierra.
Este primer punto me lleva a pensar en el aspecto ético de la obra. La obra de Boichi puede ser vista como un llamado de atención a la humanidad; como un pequeño mito sobre el futuro que nos espera. Pero también nos muestra, como todo buen mito o fábula, una lección ética a tomar: la humanidad, debido a sus pecados contra la Tierra, debe pagar; ya sea extinguiéndose, ya sea sufriendo las consecuencias del calentamiento global, ya sea teniendo que ver sus ciudades hundidas y desaparecidas frente a la marea terrestre que cobra los pecados que hemos cometido. El ser humano, como especie, tiene una deuda con la Tierra que ha estado habitando.
Desde tiempos inmemoriales hemos sido una especie gregaria, que busca sobreponerse frente a los demás. Harari argumentará que una buena razón para creer que nosotros los homo sapiens somos la única especie -entre los neandertales, homo soloensis, homo denisova, y demás especies homínidas que convivieron con nosotros hace miles de años- es que nosotros los matamos a todos; con nuestra superioridad tecnológica y nuestra actitud gregaria imposible de quebrantar hicimos de todo lo que no fuera nosotros un enemigo irreconciliable (2014: 21-22).
En tal sentido, no sorprende que los seres humanos seamos primordialmente seres éticamente amigables solo frente a otros humanos. Las consecuencias de esta actitud las vemos en nuestro día a día y, como mencioné en el punto ecológico, en los daños que estamos causando en la Tierra y en los seres no-humanos que habitan en ella.
Estos dos puntos (el ético y el ecológico) nos llevan a pensar sobre el tercer punto: el ontológico. La obra de Boichi nos propone dos respuestas a qué entendemos por herencia humana o por humanidad y qué está pensando la humanidad sobre sí misma. Por un lado vimos que somos seres en camino a la extinción, cuya única herencia son máquinas; y por otro lado vimos que estas máquinas que heredaron nuestros pecados aún tienen la intención de resucitarnos.
Así, pues, la obra nos presenta una humanidad ceñida por el dualismo ontológico, que se manifiesta –como vimos- en un dualismo ético con consecuencias ecológicas. Somos nosotros, la humanidad, contra la existencia. Pero este dualismo que se nos presenta también tiene una contraparte, porque no solo pensamos que somos nosotros, sino que también somos el ADN (las moléculas y átomos que nos componen y desde los cuales nos podemos reconstruir) y somos el recuerdo en nuestros hijos mecánicos. Es un dualismo que pierde su fuerza frente la realidad, que la humanidad no quiere aceptar pero que el cuento presenta, de que somos más que una simple especie aislada de lo externo. Somos un ser en interacción con su ambiente, con sus creaciones, consigo mismo; lo que da la impresión de que tal vez –en las últimas instancias de nuestra existencia- podamos lograr ver el verdadero esquema de las cosas: la unidad que compone todo.
Una pregunta válida que nos podemos hacer –para finalizar este artículo- es qué dirían autores contemporáneos sobre lo que nos está mostrando Hotel…; qué podemos rescatar filosóficamente de los cuentos y fábulas del autor coreano. ¿Qué dirían Braidotti y Bennett?
Empecemos por Braidotti. Recordemos que la autora nos presenta una crítica al antropocentrismo que se ha venido dando desde la edad moderna y que nos ha llevado al capitalismo avanzado, donde todos podemos ser convertidos en bytes o bits calculables y reducibles (2015: 74-75). Para solucionar esto nos propondrá ver las cosas desde el zoe y no desde el bios; siendo el primero una visión espinosista donde hay un continuo entre cultura y naturaleza (98) y siendo el segundo una visión donde el hombre se encuentra en el centro de todo y está separado de lo natural (77).
Esto la lleva a pensar en una nueva ética y en una nueva postura frente al planeta y a los seres que habitan en ella. El planeta ya no será un ser ajeno o externo a la humanidad, sino parte de ella (Braidotti 2015: 101) y los seres no-humanos (como los animales y las plantas) tendrán el mismo derecho ético que los humanos (100). Ya no podemos, argumentará la autora, pensar en el mundo desde la medida del hombre, sino desde el plano general del zoe, donde todos somos responsables parciales (y por ende deudores) de todo.
Esta visión -me parece- que se encuentra muy de acuerdo a lo que propone el cuento de Boichi. En Hotel… encontramos que la dicotomía entre el hombre y el planeta o entre el hombre y la máquina (hija de la humanidad) se termina por acabar implícitamente; el actuar humano ha causado la destrucción del ecosistema terrestre y nuestras máquinas son las que deben heredarlo ahora. También vemos la visión ética fuerte que propone Braidotti sobre cómo debemos ser responsables y deudores de lo que hagamos aquí y ahora; los científicos que nos presenta el cuento hacen lo que hacen (construyen el hotel) por la culpa que sienten respecto a lo que hicieron con el planeta: son responsables y pagan su deuda dejando –dentro de sus limitadas capacidades- lo que alguna vez fue la vida en la Tierra.
Continuemos con Bennett. Ella se preocupa por un ambientalismo capitalista que en lugar de buscar el bienestar el planeta general, busca alcanzar ganancias y cubrir costos a expensar del planeta (2010: 111). Bennett argumentará que debemos de entender el ecosistema como compuesto de una materia que es tanto humana como no-humana (111-112); que la materia tiene vibraciones, energías y vitalidades que no podemos negar (112); y que debemos entender que la distinción entre lo humano y lo no-humano es artificial y que en realidad somos un continuo vital, una materialidad vital (112).
Siguiendo a Guattari, dirá que el problema que tenemos al entender a la materia como algo ajeno a nosotros es uno tanto cultural, como psicológico, como ecológico; no es solo una cuestión de teoría, sino un hecho real que debemos de afrontar. En tal sentido, debemos de empezar a ver la realidad como un hecho transversal, donde no hay distinciones entre sujeto, sociedad y máquinas (Bennett 2010: 115).
Esta nueva forma de ontología nos llevaría a pensar en que todo –en cierto sentido- está compuesto de vida, tiene vida. La Naturaleza debe ser vista «as "an immense abstract machine" of generativity, whose pieces "are the various assemblages and individuals, each of which groups together an infinity of particles entering into an infinity of more or less interconnected re1ations." » (Deleuze y Guattari, en Bennett 2010: 119). Esta es la visión que debemos afrontar, donde ya no es solo la humanidad la que tiene vitalidad, sino toda la materia –por más difícil de digerir que parezca- (Bennet 2010: 122).
Esta visión de las cosas, de la naturaleza, no está en desacuerdo –a mi parecer- respecto a lo que nos presenta Boichi. Como dijimos, en su cuento, es la humanidad la culpable de todos los males de la Tierra; y es tal vez la visión que dualista que intenta atacar Bennett que llevó a esa humanidad  a destruir el ecosistema. Se nos presenta también la posibilidad del continuo máquina-hombre, porque las primeras ya no son vistas como simples instrumentos que deben obedecer nuestras órdenes, sino como herederos de nuestras creencias y nuestras intenciones de salvaguardar a las especies que dañamos; son las máquinas y AI las que toman la posta del pecado que cometimos –al igual que nosotros heredamos el pecado de Adán y Eva-, haciendo evidente que no es tal vez la humanidad por sí sola la que debe permanecer sino la Tierra y las diferentes formas de vida que habitan en ella.
En conclusión, los cuentos de Boichi nos presentan un futuro no muy lejano, donde hemos extinguido toda posibilidad de reparar nuestros males; donde como los pecadores y humanistas que somos debemos de pagar por nuestras acciones. Pero también nos presenta una situación donde el humano ya deja de ser el centro del universo, porque -como Boichi mismo presenta- la humanidad se está extinguiendo o está extinta; son las máquinas, los peces, las alienígenas o los ángeles, los que ahora toman la actitud de narradores.
En particular en Hotel Since A.D 2079-, la historia que importa es la de Louis, el AI encargado del hotel de genes. La historia que interesa contar es la del nuevo ser, hijo de los doctores Anno y Knightly (de los nuevos Adán y Eva), y de su misión de expiar los pecados de sus padres (al igual que nosotros respecto al mito de Adán y Eva). La historia de la humanidad, de la posthumanidad, será la de Louis, la de las máquinas que regresan de la misión fallida del hombre que intentó colonizar un nuevo planeta, la del nuevo hombre que tendrá que renacer desde la materia viva que es el ADN encerrado en el hotel. En ese sentido, Hotel… nos muestra una visión de lo que ocurriría si los filósofos contemporáneos a favor de la materia vital, o de la continua naturaleza-cultura, tienen razón: tendremos una humanidad sin humanos; y tal vez eso esté bien y sea lo que ahora debemos afrontar y aceptar.
Bibliografía consultada:
Bennett, Jane
2010               Vibrant Matter. EEUU: Duke University Press Boichi
2015               “Hotel Since 2079-”. Hotel. España: Milky Way Ediciones. Pp. 3-44
Braidotti, Rosi
2015               Lo Posthumano. Barcelona: Gedisa editorial Harari, Yuval Noah
2015                          De animales a dioses. Epub:       Titivillus «https://www.epubgratis.org/de-animales-a-dioses-yuval-noah-harari/» Planelles, Manuel
2018                          “Las emisiones mundiales de CO crecen y vuelven a marcar un récord”. Sociedad. España: El País. «https://elpais.com/sociedad/2018/12/05/actualidad/1544012893_919349.html»



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