Hace ocho meses, una delegación de las Seychelles visitó El Hierro con un objetivo: conocer Gorona del Viento, epicentro de un proyecto que aspiraba al abastecimiento energético para obtener luz y agua a través de fuentes 100% renovables. Si los ilustres visitantes del archipiélago tropical del Índico volvieran hoy a la isla canaria comprobarían que, en efecto, el milagro es posible. En el calendario de El Hierro está remarcado el 9 de agosto como una fecha histórica. Ese día la central hidroeléctrica lograba suministrar toda la demanda de los 10.000 habitantes de la isla sin echar mano del petróleo. Fueron solo cuatro horas, pero tiempo suficiente para comprobar que la idea pergeñada hace tres décadas no era un sueño.
Gorona del Viento recuerda a los muros semicirculares de piedra que construyen los ganaderos para resguardar a los rebaños de los fuertes vientos del Atlántico —a veces huracanados— que azotan la isla. Los alisios, implacables enemigos de los pastores, que entre marzo y septiembre soplan a una velocidad constante de 9 metros por segundo, se han convertido en esta ocasión en los mejores aliados. Activan un parque eólico compuesto por cinco aerogeneradores, que producen energía para un complejo engranaje que une dos depósitos de agua, una central hidroeléctrica, otra de bombeo y una más de motores diésel. Esta última se usa solo en caso de emergencia, cuando el viento escasea o el agua no da abasto.
Experiencias tan exitosas como las de El Hierro hay que buscarlas casi en las antípodas. El archipiélago de Tokelau, en Nueva Zelanda, ha conseguido cubrir las necesidades de electricidad y transporte de toda su población con energía renovable. Aunque en estas pequeñas islas moran apenas 1.500 personas. Resulta paradójico que este territorio, que ha dejado de lanzar emisiones de efecto invernadero al cielo, sea precisamente uno de los más amenazados por el cambio climático. Tokelau podría quedar engullido por el agua si no se para el calentamiento global.
Desde los llamamientos del papa Francisco hasta las políticas activas del presidente Obama, las voces para combatir el cambio climático suenan cada vez con más fuerza. Lograr energías limpias que hagan a la humanidad menos dependiente del petróleo, del carbón o de cualquier tipo de combustible fósil es el gran desafío. Las alternativas eólicas, solares e hidráulicas son las más comunes para conseguir electricidad limpia. Hay otras: Escocia experimenta con la energía undimotriz (olas) y mareomotriz (mareas) e Islandia explota la geotérmica.
Proyectos como el de El Hierro demuestran que es posible dar un volantazo y apostar por un modelo sostenible. El hogar en el que crece el garoé, el árbol sagrado de los bimbaches, y mora el lagarto gigante del Roque Chico de Salmor, ha sido, aunque solo por unas horas, un lugar totalmente limpio y libre de emisiones contaminantes.
Fuente: elpais.com