Autor: Iván Budinich Castro*
El Perú es depositario de una extensa riqueza mineral al punto que nos ocupamos entre los primeros productores mundiales de plata, zinc, cobre, plomo y oro.
El aprovechamiento de los minerales fue un arte extensamente desarrollado por nuestros antepasados prehispánicos cuyos trabajos en metalurgia asombran por lo refinado de su arte. En general el mundo precolombino no le dio mayor valor a los minerales que el artístico y funcional. La obra de los antiguos artesanos se puede apreciar por igual en la joyería ornamental que en instrumentos para las labores cotidianas, la medicina o la guerra.
En la colonia, la extracción de los minerales motivada el lucro convirtió a nuestro país en una tierra legendaria por la inmensidad de sus riquezas. Lamentablemente las condiciones de explotación a la que eran sometidos los indios que trabajaban en las minas solo contribuyeron a que las riquezas fueran para beneficio de unos pocos y las arcas del tesoro español sin un impacto positivo en las poblaciones directamente involucrados ni en el desarrollo de la sociedad convirtiendo la minería la más de las veces en sinónimo de dolor y muerte.
Fue en el distrito de Cerro de Pasco ciudad del departamento de Pasco donde a inicios del siglo XX cuando podemos apreciar los primeros indicios de lo que sería la minería moderna y una propuesta pionera en responsabilidad social empresarial e inclusión a través de esta actividad. La Cerro de Pasco Minning Company introdujo una práctica revolucionaria en la minería peruana, creando todo un conglomerado industrial que cubría todos los diversos aspectos necesarios para la extracción y puesta en valor de los recursos minerales que explotaba.
La propuesta de la Cerro de Pasco Minning Company implico el desarrollo del capital humano de sus trabajadores y el aporte a la comunidad incluyendo el impulso de hospitales, una escuela, centros recreativos, vías de comunicación. Todo aquello que podía tener un impacto positivo en la calidad de vida de la mano de obra del proyecto y la comunidad.
Desde aquellos años hasta la década de los 90´s del siglo XX la minería en nuestro país avanzo muy poco o casi nada y tampoco logro incorporar mucho de aquella experiencia. Es recién a partir de 2001 en adelante que vemos un despertar de la minería en nuestro país y que su proclamada vocación de país minero deja de ser un mero anhelo para tomar forma como una realidad concreta.
Las siguientes gráficas nos muestran el grado de avance de la minería en el Perú desde los 50´s hasta hoy (1):
Mapa de unidades mineras en 1950 |
Mapa de unidades mineras 1950-1970 |
Mapa de unidades mineras 1970-1990 |
En 2001 la situación muestra los resultados de la apertura económica de la década anterior y vemos que la actividad minera adquiere un nuevo vigor.
En 2013 ya podemos ver como la actividad minera en el Perú toma las proporciones de un boom.
Mapa de unidades mineras 2001 |
En 2013 ya podemos ver como la actividad minera en el Perú toma las proporciones de un boom.
Hoy por hoy la minería representa para el Perú ingresos por exportaciones de 25,000 millones de dólares y da trabajo de manera directa o indirecta a 2,000´000 millones de personas casi un tercio de la PEA previéndose que se pueda incorporar otro millón más en los próximos años con lo cual la incidencia de la minería se extendería a la calidad de vida de cuatro millones de nuestros compatriotas.
Manteniéndose las expectativas actuales, nuestros ingresos por exportaciones en razón del rubro minería podrían superar los 30,000 millones de dólares por año en 2016 mientras que la cartera de proyectos alcanzaría la nada despreciable suma de 60,000 millones, un enorme salto cuantitativo y cuantitativo que por desidia política y prejuicios contra la inversión privada tomo décadas en alcanzar.
Por supuesto que no todo lo que brilla es oro. La corrupción en las autoridades, la minería informal y la ambigüedad en torno a los derechos de propiedad de gran parte de la ciudadanía nos llevan a situaciones como las vistas en Tambogrande y Conga. El reto para la minería y también para el Estado es demostrar que esta actividad puede y debe realizarse con mínimo impacto en el ecosistema y máximo beneficio en el aspecto humano y social.
La minería puede ser en un país como el nuestro el gran motor de una política de inclusión social, pero solo si se hace con una visión de futuro entre otras cosas reformando la forma en que actualmente se distribuyen los recursos del canon minero para seguir la tendencia internacional de utilizar estos recursos para la inversión en el capital humano del país como recientemente lo ha propuesto el economista Humberto Campodonico (“La República”, 26-05-14) destinando recursos a educación y salud a la vez que se establece un fondo destinado a asegurar el futuro de las próximas generaciones de peruanas y peruanas a la manera de Noruega con sus rentas petroleras.
Pedro Pablo Kuczynski en su columna en el diario Correo (18-05-2014), ha mencionado lo que debe ser el próximo paso de la minería peruana, su industrialización en razón de las condiciones favorables que se pueden presentar en el mercado externo y las ventajas comparativas propias frente a nuestros competidores.
Por el lado del Estado hay que eliminar trabas burocráticas a la vez que se establecen reglas claras para que la actividad minera reduzca al mínimo su impacto en el medio ambiente, algo que esta completamente al alcance de la minería moderna y el esquema de sanciones que se deben aplicar para los casos de incumplimiento. El Estado que necesitamos es un facilitador vigilante y no obstructor ni corrupto. Conciliar minería y desarrollo sostenible es a luz de la experiencia un horizonte posible.
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(1) Discurso del presidente de la república, Ollanta Humala Tasso, en la Ceremonia de Cierre de PERUMIN - 31° Convención Minera.
* Director de proyectos del Observatorio del Medio Ambiente, especialista en temas sociales, blogguer, analista político.
Este post se publico originalmente en "El Observador Ambiental", boletín electrónico del Observatorio del Medio Ambiente Peruano
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