A causa de competencia por la influencia en el nuevo escenario poscolonial, Perú es un adversario permanente del proyecto bolivariano de unión continental. En ese contexto, el general peruano Agustín Gamarra invade Bolivia el 1 de mayo de 1828. Para ese momento el presidente boliviano Antonio de Sucre enfrentaba un motín del Batallón de Voltígeros de la Guardia iniciado el 18 de abril. Durante la rebelión Sucre es gravemente herido, circunstancia que Gamarra utiliza para justificar su invasión con una supuesta intención de proteger la vida del prócer patriota. Sucre rechaza la estratagema y Gamarra responde llamando a la unidad de Bolivia y Perú con la idea de forzar la salida de las tropas bolivarianas del ex Alto Perú. La firma del Tratado de Piquiza estipula el retiro de las fuerzas bolivarianas y consolida la influencia peruana en Bolivia.
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